Ocho de la maana, yo no me puedo levantar,
una gorda en mi cama no ha dejado de roncar.
Cuando pienso que he dormido con
semejante animal
se me suben los colores, se me baja la moral.
No, no, no pienso volver a beber.
No, no, no debo picar otra
vez.
Salte de mi cama, me la vas a reventar.
Mtete una ducha y a la calle a pasear.
Al bajar las escaleras la vecina me
saluda;
se sonrie por lo bajo y a mi me queda una duda
que si me tira los tejos, que si se rie de mi,
pues la gorda me persigue y
no parece muy feliz.
Ya estoy en la calle, no se donde est el coche;
la cabeza me da vueltas, no s que hice anoche
y la gorda me
da voces que la lleve a su casa,
que su viejo es comisario y no le va a hacer mucha gracia.
No, no pienso volver a beber.
No,
no, no debo picar otra vez.
Maldita sea la gorda, en que lio me ha metido
por llegar tarde al trabajo el jefe me ha
despedido.
Ahora llego a casa, otra sorpresa me espera;
el piso reventado, ropa por la escalera.
Maldigo a mi suerte pero al
cielo le doy gracias
y ya es imposible que me pasen mas desgracias.
Tal vez jure muy pronto, creo que me he equivocado
pues el
novio de la gorda me buscaba y me ha encontrado.
Y para demostrarme que los cuernos son pesados
ha hecho una papilla con mis huesos
machacados.
No, no, no pienso volver a beber.
No, no, no debo picar otra vez.
Ya solo falta una ltima desgracia:
de camino
al hospital Se me jode la ambulancia!